Horchatería y Chocolatería
Ca'n Joan de s'Aigo
A principios del S. XVIII, ‘Joan de S’Aigo’ era un empresario que se dedicaba en invierno a reclutar hombres para que fueran con él a la Serra de Tramuntana a recoger nieve y guardarla en las llamadas ‘cases de neu’.
Las ‘cases de neu’ eran construcciones excavadas en el suelo de las montañas de la Sierra. En ellas se acumulaba y conservaba la nieve caída durante el invierno, con el objetivo de tener reservas de hielo para la primavera y el inicio del verano en la isla. Con este hielo se hacían los llamados ‘pans de neu’.
Parte de estos ‘pans de neu’ se transportaban hasta la capital, y otra parte al resto de pueblos de la isla. Se vendían como hielo para uso doméstico a casas y familias.
Joan de S’Aigo tuvo entonces la idea de aprovechar el agua formada al derretirse los panes, mezclándola con zumo de frutas. Nació así el antepasado del actual helado. Ya en el S. XIX, el hielo producido en la isla dejó de ser suficiente, y se inició la importación desde Barcelona.
El primer helado que fabricó Can Joan de S’Aigo, tal y como lo conocemos hoy, fue el helado de almendra. En el local de la Calle Can Sanç todavía se conserva el primer molino utilizado para su elaboración.
Poco tiempo después, comenzó la producción de chocolate caliente y de ensaimadas. Can Joan de S’Aigo se convirtió así, si no en la más antigua, en una de las primeras chocolaterías de Europa.
Con el paso del tiempo, aparecieron los diferentes tipos de helados y las pastas más tradicionales, destacando los ‘cuartos’.
El hecho de contar con más de trescientos años de historia acabó por generar vínculos entre el establecimiento y las costumbres sociales de la isla. Es tradición en Palma ir a tomar chocolate con ensaimadas tras la misa de “Matines” en Nochebuena, o a disfrutar de un helado después de la misa del Corpus.
Don Juan Martorell Pol tomó el relevo de su padre, Don Antonio Martorell, en 1974 y fue titular del negocio hasta junio de 2011, cuando se retiró. Sin embargo, hasta prácticamente el final de sus días, se le podía encontrar sentado en su mesa preferida del local de Barón, donde solía compartir tertulias con sus amigos. Falleció el 27 de julio de 2011, a los 79 años.
Bomba de helado que se utilizó hasta finales del siglo XX y que aún se conserva en el local de la Calle Can Sanç.