En Ca’n Joan de S’Aigo sabemos que las mañanas se construyen con pequeños rituales. Para nosotros, uno de esos gestos sagrados es hornear los cuartos artesanales que, desde hace décadas, acompañan el desayuno de Palma. Empezamos el día antes del amanecer para que, al abrir puertas, la ciudad encuentre el aroma del bizcocho tierno y dorado que tantas generaciones han hecho suyo.
¿Qué es el cuarto? Historia y receta auténtica
El cuarto mallorquín no es un bollo con grasas añadidas: es un bizcocho sencillo cuya fuerza y volumen proceden únicamente del aire incorporado al batir los huevos. Tradicionalmente, la receta básica combina huevos y azúcar (y en muchas versiones locales se utiliza fécula de patata o harina muy fina), sin levadura ni grasas añadidas. Por eso no se deja “levantar” como un pan; su esponjosidad nace del batido y del oficio en el horneado.
El oficio detrás del sabor
Nuestro obrador respeta ese método clásico: montamos los huevos con paciencia hasta lograr la estructura necesaria, añadimos con mimo el resto de ingredientes y vigilamos el horneado para obtener una miga húmeda y un exterior dorado. No hay atajos, el secreto está en el ritmo —batido, mezcla delicada y horneado exacto— que convierte un cuarto en el desayuno tradicional de Palma.
El cuarto en la mesa de Ca’n Joan de S’Aigo
Para muchos palmesanos, el cuarto es el compañero perfecto del café con leche o del chocolate a la taza. Es una pieza que se humedece sin deshacerse y aporta esa sensación reconfortante que define nuestras mañanas. En nuestras salas vemos a clientes de todas las edades compartiendo ese momento sencillo que tanto representa la cultura local.
Por qué elegir nuestros cuartos
- Autenticidad: receta fiel a la tradición mallorquina.
- Técnica: batido y horneado controlados por manos expertas.
- Experiencia: sirven para sentarse, conversar y recuperar el pulso del día.
Ven a descubrir por qué los cuartos artesanales en Palma son el desayuno que la ciudad prefiere. Te esperamos en cualquiera de nuestros locales —Can Sanç (C/ Can Sanç, 10), Baró de Santa Maria del Sepulcre (Plaça Baró de Santa Maria del Sepulcre, 5) o Porta de Sant Antoni / Sindicat (C/ Sindicat, 74)— con bandejas calientes y la convivencia de siempre.
