Este pastel típicamente mallorquín, que se remonta al siglo XVII, aparece por doquier en cafés y pastelerías a lo largo y ancho de la isla. Con el tiempo se ha convertido en nuestra más dulce embajadora, y acompaña, envuelta en una característica caja de cartón octogonal, a los turistas en su vuelta al hogar.
Las hay de crema, de chocolate, de cabello de ángel o melocotón. También se puede rellenar con otros productos, pero la tradicional es la llisa, sin ningún tipo de relleno. La ensaimada tiene forma de espiral y consta de una masa fermentada elaborada con harina, azúcar, huevos y manteca de cerdo, en catalán saim, de ahí su nombre.
Un artículo escrito con mucho cariño de Miguel Ángel Vicente de Vera del periódico – El País